martes, 8 de agosto de 2017

egalité

Después de tantos reveses de la vida, no hubiera esperado menos del siguiente episodio: un instante de entrega que por hoy quisiera inmortalizar. Mañana tal vez las cosas no puedan decirse así de fácil, mañana tal vez sean la soledad y la agonía las que vuelvan a hablar por mí, pero hoy puedo decir que me complace sentir la brisa marina aunque mis pies ya no toquen la arena y a mis ojos los ciegue el mar.
He dejado ir la gran promesa de tenerte, he dejado de pensar que pasará... te bebiste un año y medio de mi vida de un solo trago y sin respirar, y te lo seguí ofreciendo todo, así podría seguir por siempre, el año entero y otro más sólo por verte, por escucharte, por seguirte a donde vayas... por jurarte que no podría amarte más. Es verdad, es verdad, la estupidez enamorada me mantiene con la frente hundida en tu pecho y las manos atadas a tu cadera desde aquella vez, y aunque quisiera atreverme a decirte que sé que yo nací para mirar tus ojos, eso me obligaría a aclarar que también nací para perder.
Hace un par de noches te tuve entre mis brazos, en mis labios, en mis manos, y ahora no tengo más que espuma ardiente del veneno que mi sangre puso a hervir, porque sabía que iba a perder tu rastro al segundo de soltarte, porque ya estabas ahí preparado para huir. Encendí un fuego que me alcanzó y me envolvió en su llamarada, que me atrajo con delicadeza a un juego del mal entre tú y yo, el juego más peligroso, ¿qué quería probar?, ¿a quién diablos engaño, si estoy aquí queriendo redimirme de todo en nombre de mi perdición?
La libertad no fue la que me besó la cara con la bella delicadeza de un donjuán, la libertad no me volvió su presa y me devoró la piel, esa fue la igualdad que nunca pensé que tendría; y a pesar de que no me arrepentiría, quiero solamente la libertad con la que me sonreíste mientras tomabas mi mano y cerrabas la puerta, quiero la libertad con la que le hablas de mí a la gente entera, como si yo no fuera yo y nuestra vida fuera 'nuestra'. Quiero, sobre todas las cosas, la valentía que encendió mi lealtad en ti, porque yo te soy leal desde que el sol es sol, y desde que el mar es mar; y hasta que dejen de serlo.
Lealtad y libertad, he escrito una y otra vez, porque no tengo nada más qué probar. Te amo como se ama al aire que uno respira, a los ojos con los que uno mira; te amo como se me de la gana, un poco más cada día. Si nuestra libertad se hunde en la brecha de la distancia, la piel y la desesperanza, la lealtad sacará el amor a flote: el mío, el tuyo, o una mezcla de ambos; y aunque no nos amemos, o aunque tú no me ames, seré siempre leal a mi amor sin esperanza, mi amor sin camino, el amor que siempre pierdo por haberlo buscado tando.

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