domingo, 20 de noviembre de 2011

#3

The unbearable fatness...
En un sólo movimiento me convertí en aquello que tanto despreciaba... me convertí en la verdad pura después de ser la venenosa mentira, pero al succionar la ponzoña, por error me la tragué.
No sé qué pensaba de todo esto antes pero nunca me sentí con la fuerza como para probar vicios porque sabía que me iba a perder. Pero si ya había perdido todo, ¿de qué me serviría tenerme sólo a mí?
Sílaba por síliba, la persona que yo fui antes se me fue cayendo. Las letras regadas en el suelo dejaron de tener sentido y fui sólo el recuerdo y la añoranza de lo que siempre odié por ser tan absolutamente normal. Por Dios que quisiera poder ser al menos en un pequeño porcentaje normal, porque lo normal es ser por lo menos en un pequeño porcentaje feliz.
Y si quisiera volver a enpolvarme la cara de sonrisas y decir mentiras nada más por encajar podría volver a hacerlo pero ya me doy demasiada lástima diciendo la verdad... No podría soportar ridiculizarme al día un poco más...
Y cuando el día termina y miro atrás, veo realmente a cuántas personas he odiado siempre y odié, y a cuántas personas he amado y amaré, y que nunca pude obtener la fuerza para decirlo. Sólo mentí.
Hoy escupo fuego y lagrimeo veneno porque obtengo lo que quiero a como dé lugar, porque quiero cambiar y porque necesito hacerlo; porque a todos amo y a todos odio al mismo tiempo; a todos temo porque sé que a todos puedo destruir y todos pueden destruirme también, tan sólo escogiendo las palabras correctas.
Ya no me soporto un sólo día más pero al menos ya no me miento para agradarme, incluso a mi propio ser. No culpo a nadie ni a nada por convertirme en esta porquería semihumana pero he de admitir que esta condición ayuda a que vea a las personas con menos bruma mental. No se puede decir que la claridad ha callado también a la creatividad (para muestra un paréntesis cerrado) pero es muy probable que la luz entró a mi cerebro, congelador de mierda, y me ha hecho ver y saber cosas que yo no quería enfrentar.
Soy lo que soy ahora porque no me atreví a serlo antes.
Soy un demonio que merece la muerte, porque después de todo el desmaquillante invertido en esta Medusa, se descubrió en realidad no es más que una piedra profana y amorfa que nada tiene que ver con la belleza... la han pesado, la han medido y la encontraron defecutosa.

martes, 1 de noviembre de 2011

#2

Sweet ignorant bliss.
La misma alma en distintos cuerpos, en nuestro caso, la misma mente en distintas realidades. Nos encontrábamos en varios puntos de la recta, parecíamos especies emparentadas, unidas por una situación desconocida pero intensa que hacía que nunca diéramos un sólo paso una sin compañía de la otra.
Tú eres un desastre natural, una hiedra venenosa, un ser vivo excepcional que, desafortunadamente, se camufla conforme a su situación. Yo soy sólo quien debo ser.
Desafiabas todos mis preceptos, conceptos, principios y honestas deducciones, escribías una historia nueva para mí todos los días, pero eras siempre la más bella de las odaliscas brillantes, la más confiable de las damas de compañía que se enjaulan en mi corazón y, de pronto, ese universo paralelo en que no exsistía (ni existiría) más pura confianza, amistad y amor, se deshizo por completo en una escena cómica y austeramente dolorosa en la historia de nuestras vidas.
Ya no importan las razones ni lo estúpidas y poco valiosas que sean, siempre me pareció que cualquier cosa importaba más para ti que lo que yo pudiera, en algún momento, llegar a significar para ti. No sé si nunca entendiste la manera tan ciega en que yo confiaba en ti, no sé si nunca pudiste al menos percibir lo mucho que yo te quería (quiero y seguiré queriendo), no sé si en algún momento lo tomaste en cuenta pero ya ni siquiera me importa. Sólo quiero que sepas (incluso aunque tampoco tomes eso como una razón válida para nada) que me dueles, me duele recordar tu nombre, me duele recordar la forma en que amo lo que eres, pero, más que cualquier otra cosa, me duele reconocer que yo no hice, ni haré nada por recuperarte.
Mereces una explicación, he reservado mi pequeña porción de dignidad para esto, no pienso soportar un sólo segundo más a tu lado sabiendo que no quieres estar ahí, no pienso seguir inventándole facultades mágicas a mi optimismo y seguir pensando que podrías quererme... No quiero volver a creer en eso que ya no existe y que nadie me asegura que alguna vez existió. Si bien estuve y estoy dispuesta a estar contigo cuando necesites de mí, no quiero pedirte nada, ni siquiera una mirada a costa de un ciento de malas caras, ya no puedo reprimir mi decepción, ni callar mis sentimientos, ni pedir perdón ante algo que sé que no se manchó de una sola gota de mi culpa. No puedo porque lo hago demasiado todos los días, y créeme, corazón que por ti quisiera hacerlo pero... En orden de jerarquía... es que aún no me he vuelto loca sin ti.

Te extraño, como es lógico, te quiero, como te lo prometí. Pérdoname una y mil veces por no poder encontrar una razón suficiente para arrastrarme como tu gusano de nuevo, sé que no me costaría nada después de tanto tiempo de hacerlo pero (y lee con cuidado) la verdad, aunque no la vimos antes, es que no soy del tipo de gusano que te gusta y mucho menos podría ser del tipo de gente que quieres que te rodee. Las excusas pendejas están demás, la razón por la cual las usaste es, esencialmente, la anterior.
Sólo hay un dilema que aún me clava espinas en los sesos respecto a todo esto: todavía no sé si desearte lo mejor o desear que estés aquí.