sábado, 8 de agosto de 2020

Insidious

 

Existes dentro de mí, te quedaste atorado en mi tráquea y ahora vivimos juntos, tal como nunca quisiste y quizás un poco peor.

Llevo cuatro noches sin dormir, viendo la luna cruzando el cielo, dando vueltas en el colchón siguiéndola; desesperada porque estoy cansada pero simplemente ya no tengo paz desde que estás aquí, ahogándote en mi garganta y no en tu casa cantándome canciones o deseándome el mal.

No sé qué hacer para que te vayas, extendí mis brazos esperando lo que fuera que tuviera que pasar, porque ya había intentado todo para que me eligieras y te quedaras. Decidí no insistir más porque ya han pasado tres años y siempre me dejas sola, llorando en la oscuridad... y créeme, no tengo idea cómo, pero al fin estás aquí. 

Creo que fue por aquel último beso que no nos dimos, o por todas las palabras que no pude decir aunque lo intenté. Creo que fue así como te encerré dentro de mi pecho y todo lo que alguna vez supe y amé tanto de ti se quedó dentro de mí.

No sé cómo dejarte ir si ya te estás volviendo parte del sistema: un montón de carne grasienta, crujientes articulaciones, cabello incipiente y tú, como un eco de quien fui cuando conocía la felicidad y sabía dormir, a pesar de todo. 

No sé cómo vivir ya sin este apéndice pesado y grueso de mis recuerdos contigo... no hay afuera quien lo extirpe y quizá, si existes aquí dentro este amor por ti morirá conmigo, nunca más se manchará de decepción si lo tengo aquí. Nadie podrá quitármelo, ni dañarlo o romperlo, ni siquiera tú.

Tal vez sea mejor así, porque cuando al fin me duermo, en mis sueños estamos tú y yo y todavía no nos hemos ido con esa mirada ardiente de odio brillando en nuestros ojos mojados: en mis sueños me amas y te amo, en mis sueños todavía estamos sonriendo.