lunes, 14 de enero de 2013

what do they know?

¿Y tú en serio creíste que tu vida iba a cambiar después de un tatuaje? No. Comenzó a ser una buena idea pero terminó siendo igual a todo lo demás desde que lo convertiste en una mascarada, de ahí pasaste por todas las etapas de la negación hasta que, ahora, te diste cuenta que con eso no lograste nada.
De nuevo te arrepientes y piensas en que es mucho mejor callarse las cosas, mucho, mucho mejor. Pero, mujer, si ya está demostrado que no sólo no puedes mantener la boca cerrada sino que, después de unas horas, la saliva se te regresa. Y la bilis.
¿Qué es lo que obtienes? Un acto reflejo de aquello que bien conocemos tú y yo de las manifestaciones evanescentes y sus pormenores que no vale la pena mencionar, o quizá que genuinamente no estás hecha para tomar decisiones, porque por mucho que glorifiques a quienes sí, tú no eres valiente.
No, no lo eres y tampoco eres muy inteligente. De hecho, eres una estúpida según muchas definiciones. Y mucho más allá de los adjetivos que los demás te pongan, sabes bien quién eres tú, pero no sabes lo que quieres, ni lo que tienes, y nunca has sabido qué hacer con ello. Los demás al parecer sí, es como un cuello de botella del cual tratas de sacar siempre lo mejor de cada quien pero, también les das su dosis de analgésico para que no piensen que eres una idiota irreflexiva (porque eso piensan cuando no los escuchas en vez de pensar que sus 'consejos' son basura) y luego, terminas por ofrecer nada más que una quimera inservible de las opiniones de terceros que  (por mucho que se esfuercen) nunca te van a poder conocer realmente.
Dejar de pedir consejos es una buena idea si tan sólo las personas con quienes puedes hablar no tuvieran el reflejo de dártelos implícitos a su juicio (que tampoco fue requerido) y cumplieran su misión de escuchar, ser parte de una sociedad implica estas cosas y ojalá tan sólo esa sociedad tuviera edad, experiencia o algún certificado lo suficientemente valioso como para ofrecerle la vida de alguien para modificarla, pero no, y hasta que no lo tenga quizá lo mejor para mí y para ti sea dejar de creer que alguien te ayudará con una verdad que se parezca al menos en algún sentido a la tuya, si ese tipo de gente existiera nada de esto hubiera pasado en primer lugar, además, que alguien tenga razón en algún punto y que te conozca, digamos, hasta ese mismo punto no la hace el hacedor del bien ni mucho menos alguien que te aconseja cosas para que 'no pases lo que él'... Ninguna vida es igual a la otra, ningun corazón puede ser guiado por otro corazón, hay una buena razón para que estén ocultos en el centro de nuestros cuerpos, protegidos de los demás. Ellos, al final... ¿qué saben ellos?



sábado, 12 de enero de 2013

Loved with a love that was more than love

Cada hora que paso sumergida en la anarquía de mis recuerdos sabe a ti, huele a ti, lleva tu nombre, como si ni en mil años pudiera ser distinto, como si el mismo dolor me mantuviera atada siempre a la misma penumbra, como si el aire que respiro estuviera inflamándome los residuos del todo hasta sofocarme lo que existía antes de ti.
La soledad me guiñe el ojo y me toma de las manos, me cuesta trabajo reconocerla, siento apenas su helado aliento y veo esbozos pequeños del pasado clavándose como espinas en mi presente; ella me muestra sus dientes afilados, no sonrisa, sólo un gesto demoniaco que significa lo de siempre, ella ha visto mi corazón y es suyo, ella ha visto mi vida y la ha tomado para siempre. ¿Quién soy yo para querer cambiar mi destino, para cerrar los ojos y desear lo mejor?
Impuramente, enojada, maldita, ciegamente yo. Equivocada.
Abanicos de esmeralda y el reinado de la traición, ojos ciegos, tentáculos grises, niñas malvadas, niñas malcriadas, niñas, fuegos fatuos, enérgicos besos, enérgicos golpes, árboles de cristal, gigantes de las montañas, sirenas, brujas y cobardes; esto soy yo.
Una fórmula secreta de odio, de fracaso, de insólita burla al destino y de aire, y de tinta, y de nada.
¿Dónde quedamos tú y yo? En un reflejo del silencio, en un sueño con el amor, en una copa de whisky, en una sala de cine amarga por un refresco sin jarabe, en una lágrima oculta, en una primera vez de una unión irrompible, ¿y ahora qué vas a hacer? Cantarle a la luna, escribirle una última vez que adiós para siempre, luna ingrata, luna extraña, luna psicópata.
Pues bien, yo necesito decirte que te quiero, decirte que te adoro con todo el corazón.
¿En dónde quedamos tú y yo? Como Frida y Diego, como todo y como nada, unidos por el dolor, quemándonos dentro de velas encendidas, entre miles de flores frescas, en una tarde contigo y una vida que jamás olvidaré. En lo que me diste que jamás se irá y en lo que te di que, te aseguro, no será dado de nuevo. ¿Qué somos tú y yo? Un castigo. Una imagen, un recuerdo, en cada parte a donde miro, en cada lugar a donde voy, porque veo tus ojos hasta cerrando los míos; somos una canción o mil, una distancia secreta, una piel y otra piel, un silencio y un amor.
Adiós por la vez última amor de mis amores, la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós.

viernes, 4 de enero de 2013

See you in hell.

Cuando le di la vuelta a la página, aún estaban ahí todas las dudas, todas las lágrimas y el tiempo tirados a la basura cuando me decidí a mirar a los ojos de la gente otra vez; entiendo que hay equivocaciones mías (muchas y más profundas) pero escuchar una y otra vez la misma mentira no la hace verdad, y yo lo sé mucho mejor que nadie en este universo. Me he pasado la vida pensando en que sólo necesito tiempo y voluntad para enmedar lo que he hecho mal, que a pesar de todo lo que he planeado, lo que me explota directo en la cara y de lo mucho que he querido que nadie, nadie en absoluto tenga que cargar conmigo, he estado más cerca de la muerte yo que todas esas heridas. El esfuerzo simplemente no vale la pena.
En este ciclo se han visto envueltos muchos nombres, caras, deficiencias, firmas, asaltos y malas respuestas, eslabones todas de una infinita cadena de indiferencia clara, cuyos de dedos afilados dejan marcas en mi cuello por cada noche que me visitan, sus dientes se me clavan en la espalda como gotas de agua caliente, y nada en este mundo puede cambiar ni quitarme lo que ya sentí. Lo más extraño es que insisten en ello, en cambiar las versiones, disimular sus gestos, mentir, callar, derribar una por una todas mis evidencias hasta el punto en el que estoy con las extremidades anudadas y a punto de darme en la cara con el muro inquebrantable de ellos.
No es que sepa cómo enfrentarme con la soledad pero sé que es más leal que muchas personas que conozco; que quizá para mí está negado el apoyo, lo mirada, la angustia, lo sé pero no me importa. Todos ellos obtienen lo que no merecen de mí.
He sido necia, he sido tierna, he sido más de lo que he podido por cualquier-cosa que se pareciera a lo que quiero pero no he obtenido nada que se pueda valorar, la frustración parece una cualidad inerente a mi vida, el ejemplo está en estos ojos y en el monstruo cansado que hay detrás. No me declaro inocente de tergiversar la realidad, de desertar, de destruir y de querer volver a comenzar, no me declaro nada de lo que no me haya arrepentido (por mí), es sólo que ya estoy harta de creer ceigamente, de ser leal, de sofocarme para que otros puedan respirar, sé lo que significa la inseguridad, pero también la confusión, y he aprendido año tras año lo que significa el rencor.
Me cansé de querer expresar sentimientos porque siempre me dicen que no son ciertos, que mal intepreto la historia, mi vida y mi alma; me cansé de tomar decisiones porque siempre me las tiran de los extremos hasta arrancármelas y convertirlas en arrepentimientos, en equivocaciones, en ocasiones en las que desearía regresar el tiempo y callar todo.

Y regreso siempre arrastrando el suspiro más largo del mundo, la decepción, el trago amargo, la frustración, y luego, el odio.