viernes, 30 de marzo de 2012

Ni yo, ni nadie.

Ojalá pudiera ordenar por jerarquía los pensamientos que tengo, como debería.
Por muchos años he tratado de colocarme en la posición que me corresponde, como la persona que debería ser, sin embargo, la esencia que respiro, que vivo y que manifiesto, la persona que soy en realidad, no me permite hacerlo. No existo. No soy. No como debería ser, al menos.
El susurro de la mortalidad hace que mis articulaciones se inflamen y me duela cada movimiento, como si no fuera capaz de hacer algo por defender mi propia mentalidad, por diferente que sea; como si quisiera dejarla morir a pesar de que sé que quizás (y sólo quizás) pudiera ser mejor que el resto.
La cobardía y el dolor se acurrucan y se besan lentamente en el fondo de mi corazón, bajo la manta térmica infinita de mi mediocridad y mi conformismo. El miedo les embriaga. ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¿desnudar la realidad y mutilarla ahí mismo?, ¿desafiar el orden y el poder de la constumbre por algo que podría o no funcionar? La migraña hace de todo una nueva madeja cada noche, cada una con diferente grado de complicación; los personajes se mezclan en un infinito baile de instinto y deseo, las sirenas se miran y se abrazan aunque no puedan convivir en el mismo plano todos los días.Las heridas no cicatrizan y las preguntas no dejan de surgir. Las voces no se callan.
El interior resuena como si fuera lo que a veces parece ser, un pozo sin fondo. El corazón palpita ofendido porque se siente ignorado y esta completamente solo.
Estoy volviéndome loca a plena luz del día y, de nuevo, a nadie realmente le importa.

No existe lado malo ni lado bueno, sólo existe, y sí, una gran diferencia entre cada hemisferio. O tal vez, simplemente unos días son mejores que otros.

viernes, 16 de marzo de 2012

Obsesión.

Kraken se movía del otro lado del mar, la tierra se disolvía, brillando como limadura de plata, yo le miraba, como siempre; el silencio se expandía entre nosotros en una atmósfera alucinante. La obsesión sólo crece cada día un poco más.
Él tiene razón, es su voz (que desconozco) la que me llena la cabeza a diario de historias y mala intención. Él es la razón de la migraña y la constante desgracia de mi mente, la erupción de líquido apestoso de la piel necrosa.
Kraken alumbra mis días con una luz violácea, con una sonrisa malévola y una visión del mundo poco confiable; seduce y engaña con su apariencia, con todo lo que sueña ser y que transmite, sí, aunque sea por un segundo y, sin embargo, no va nunca más allá de ilusiones de agua y tentáculos grisáceos.
Kraken derrite mis defensas porque encuentra algo de mí en sí mismo y me lo muestra, me lo restriega en la cara y cree (porque siente) que soy sólo ese trozo de él que yo quisiera ser capaz de poseer por completo; pero en eso se equivoca.
La esencia es sólo una, fragmentada, derretida, violada, estupefacta, saludable, repulsiva y estúpida, muy estúpida; pero sólo una.
Kraken se arrastra por el agua y se acerca lentamente, como si fuera una mujer, pero no lo es, es un monstruo.
La vida descarriada que lleva, por mucho que se parezca a la mía, no la disfruta un sólo instante (tampoco) y aún se regodea de lo prometedora que pudo llegar a ser. Preteniendo que algún día realmente suceda.
Por sí mismo Kraken no entiende lo mucho que ha arruinado las cosas. No es parte del futuro, a veces ni siquiera es parte del mundo. Igual que yo.
Kraken y yo somos seres similares mas no idénticos y él aún no lo sabe, hay días que alcanza a vislumbrar la diferencia y la evade, al igual que otros detalles que conozco de su existencia, prefiere bajar la mirada, encontrar la mía y desafiarme pues no tiene nada que perder... Se arrastra para hacerlo ahora mismo, con su lengua venenosa, rugosa y poco menos que gigantesca. Aunque realmente no me hace daño, de tanto tenerla encima, irrita. Él dice en mi mente lo que yo no quiero escuchar y me hace sufrir, enloquecer o enfurecer según sus ocurrencias. No me hace perder más que la paciencia, lo cual en sí no es un gran mérito.
Kraken sigue, consicente o inconsciente de lo que quiere y de lo que provoca, no estoy segura pues no tiene idea de por qué lo que quiere no es lo que tiene. No puedo esperar que ciertamente algo que venga de él funcione...