domingo, 30 de octubre de 2011

#1

¿Quién soy?
Hay muchas formas de decirlo, una niña, una estúpida, una perra, una mujer, una sirena... da igual. Me han llamado de todas las formas anteriores por lo menos una vez en la vida.
Nací hace mucho o hace muy poco en medio de una familia normal y luego crecí para ser anormal, aunque la familia haya crecido para después cortarse en dos.
Fui independiente a penas pero siempre fiel a un sólo precepto: que, antes de ser una bebé, tenía que vivir como mujer. Y así fui. Una causa perdida, un monumento a la lástima, la injusticia y la soledad.
Pero no me culpes de herejía por la insolencia que he de comentar en las siguientes líneas: siempre me creí capaz de ser yo misma la causa y la traición de mi fuerza y de mi debilidad, nadie más se inmiscuía en mis cosas y si se atrevía tarde o temprano se arrepentía. De pronto, como era lógico, me vi sola y aislada de un mundo con el que mantenía una simbiosis de lo más enferma, enfadada con la gente y odiando intensamente a la vida.
Sobreviví de mentiras y de descanso y comida en exceso, supe comportarme hasta el límite de no ver rayo de sol durante mucho tiempo, hasta que la etapa se usó tanto que se rompió. Tuve que escudarme, entonces, bajo una más sólida realidad. Tuve que ceñirme a la cara una sonrisa discreta que dejara la boca abierta lo suficiente como para sacar una que otra mentira, sólo hasta que la mascarada terminara como empezó: trágica y desagradablemente.
Encontré personas valiosas y ladrones de tiempo también, encontré gente muy imbécil y gente muy especial, sin embargo, nunca pude conectar porque nunca lo intenté lo suficiente. Tuve miedo y me rehusé a cambiar, al menos eso yo lo sé, aunque ellos dicen que cambié demasiado, pero no dudo que la verdadera causa de uno u otro suceso es que en realidad jamás quise una mano tocándome o una mirada interesada en mí, oculta bajo mi manta de moda, jamás tuve necesidad alguna de salir, tan sólo por ver perdida mi frágil identidad.
Pero, como todo tesoro, me lo vinieron a robar.
La gente dirá que yo lo dejé suceder porque nunca he desistido de mi pensamiento hereje, incluso cuando el mismo Dios me salvó y ayudó tantas veces. Dicen que la condena por el suicido será perpetua en mi juicio final pero yo creo que ya lo es desde ahora.
Le supe dar todo a mi pasión por escribir hasta que se volvió mi única protección en la vida, la gente viene, la juzga,la escupe, la destruye, la pisotea y se burla de ella y es entonces cuando brota la sangre de la herida que nunca se cierra.
Cuando encontré a quién amar desistí de las pocas armas, máscaras y escudos que quedaban de materiales distintos a la tinta y al papel, me entregué (y me sigo entregando) como una verdadera millonaria con retraso mental, pero ya no me importa, pocas cosas realmente tengo para poder gastar mis fuerzas. Dirigir una mirada enamorada no me hace menos y me he acostumbrado a la idea de que tampoco me hace más. Sonreír se volvió parte de.
Y aunque este amor y esta entrega incluyen una serie de situaciones que no tengo el valor de describir, sé que tarde o temprano, yo siempre consigo lo que quiero. No importa a qué precio.
Tengo facetas alegres, períodos apáticos y predominio de clima invernal en el interior de mi corazón pero eso a nadie le incumbe. Yo puedo ser ruidosa, callada o total y completamente malvada. Me obsesiona la perfección y el orden a mi manera, también un grupo muy pequeño de gente, hago rituales suicidas y rituales para atraer a la suerte.
También puedo ser buena, tierna, iracunda, sonreír, bailar, disfrutar, llorar, golpear, humillar, maldecir, cantar, pintar, dibujar, imaginar, escribir, negar del mundo a quien se me de la gana... pero eso depende de quién seas tú.
Lo más esencial es que la mayoría del tiempo estoy muerta de miedo y/o muerta de hambre, inconsolablemente triste y/o confundida hasta el extremo.
No soy como tú, no hablo como tú, no amo como tú, no como como tú y, afortunadamente para ti, no pienso como tú.
Toma esto, mastícalo y escúpelo como la vida hará contigo y con tu corazón.

viernes, 21 de octubre de 2011

Sing for absolution

Una falla, un error, un malentendido. Que mi obesa e insoportable humanidad penda de una idea grande, fuerte y malintencionada no es lo suficientemente patético (porque ni siquiera aunque sea decisiva la puedo llevar a cabo), sino que cada día todo tiene que arruinarse más... por mi culpa.

A penas me atrevo a mirarte, a contemplar todo eso que es y siempre ha sido tan ajeno y tan distante, a penas si tengo la decisión de hablarte, porque el deseo es latente, tengo que escoger siempre perfectamente bien las palabras que debo decirte porque el riesgo que corro de que se termine todo es simplemente eterno. Y me equivoco.
A veces me sueño con la confianza de poder decirte algo que no debería, de bromear, de tener indiscreciones, pero la verdad es que eso está mucho más allá de mis capacidades. Soy una ostra cerrada que no tiene intenciones de liberarse de su propio infierno. No puedo dejar que esas tinieblas te afecten y por eso ni por asomo debo mostrarte lo que tengo por dentro porque, desafortunadamente, tampoco puedo ser diferente.
Lamento ser egoísta y creer que "debes"... No, tú a mí no me debes nada. La realidad es que estoy como hasta ahora sólo por un inexplicable golpe de suerte pero eso es todo. Las obligaciones conmigo sólo van por una vía, y esa vía es hacia afuera. No tiene por qué importarme nada más... si algo se pudre conmigo es porque yo dejé que fuera así, es todo, y si sigue así también lo es y no tengo por qué ser tan llorona al respecto si sé perfectamente que no quiero, por razones que en realidad no interesarán NUNCA, liberarme de ello.
Detrás de todos los hórridos placeres y las cantidades ilegales de felicidad que me das, lo mínimo que debo hacer es pensar y esforzarme en no volver a equivocarme, y lo lamento mucho porque sé que hasta ahora no lo he hecho de la forma que debería. No te mereces que te trate de esa forma. Tal vez un día te des cuenta de eso y te alejes como cualquier persona haría, pero como tú no eres cualquiera, yo sólo espero que ese día no llegue tan pronto como debería haber llegado.
Dentro de todo, te agradezco hacerme ver mi suerte la mayoría del tiempo, tú sabes que para mí eso te hace cada día más perfecto.
Sé que algún día leerás esto, sea por lo que fuere, y no me da miedo mostrártelo, porque si tienes alguna represalia al respecto la olvidarás un par de horas más tarde.
Sólo procura no olvidar que te amo más que a nada en el universo, más de lo que me odio a mí misma...

lunes, 3 de octubre de 2011

mirror hallucinations

La primera vez creí que mataba un insecto, lo aplastaba con las yemas de mis dedos y lo machacaba encima de las letras en una página de 'Wintergirls'... pero de ese insecto no apareció ni el cadáver matajado ni la sangre negra, sólo apareció otro insecto vivo y uno idéntico pero que antes no estaba. Los aplasté también y tampoco pude ver muestra de que realmente los maté o de que estuvieron ahí.
Fue mi primera pista.
Después pensé que quizá ya tenía mucho sueño... o que aquellas letras tan duras y tan honestas le tendieron una trampa a mi mente y esta, tan estúpida como es costumbre, cayó y se hizo añicos en ella.
Después escuché una voz que cantaba muy cerca de mi oído, saliéndose de mi mente, deslizándose hacia afuera y tararéandome una canción de cuna para que siguiera en un embeleso mortal que, por lo menos ese día, no podía permitirme. De nuevo pensé que era mi falta de descanso jugándome una broma pesada, y entonces recordé la triunfante sonrisa de una muchacha como yo, pero fuerte en serio, que me miraba de una forma retadora y cómplice.
Nos reconocimos al instante al notar la manera en que mirábamos nuestros cuerpos en el espejo del baño de mujeres. Supimos lo que éramos y por qué lo éramos. Pero ella había avanzado tanto que a su lado yo parecía un elefante con tutú. Sabía que había ganado, pero su sonrisa me decía algo más, me decía, de alguna forma, que lo entendía... que sabía que no estaba completamente perdida. Y aún así se fue con el ceño fruncido por la duda, esa maldita duda que nos queda a todos nosotros cuando terminamos de mirar al espejo, ¿cuándo será suficiente?
Ese fue mi primer día de escuela, un presagio de que, indudablemente, iba a seguir en la carrera. Una alucinación o una inspiración, ya no importa.
Esta tarde tuve una nueva alucinación, ya no eran insectos imaginarios, sino colas de ratones inexistentes. Ni siquiera me sorprendí, ¿será que ya no siento nada por el resto de las criaturas? Por alguna razón pienso que todas viven mejor que yo.
Fui de nuevo a ese espejo que nunca me falló, quizá mentía, quizá no, pero siempre me hizo sonreír, excepto hoy.
Vi a una de nosotros, otra... pero mucho más joven. Me dio lástima, pero luego recordé cuándo comenzé a hacerlo yo... me sentí mal. Ella iba mucho más adelante de lo que yo nunca he podido estar en mi vida. De nuevo vi al elefante con tutú pero ahora reflejado en el espejo que nunca fallaba... ¿qué me estará pasando?, ¿por qué ya no puedo decir que no? Tal vez también en esta adicción estoy fallando.
Ya no sé escribir, ni tampoco matarme de todas las maneras posibles, ¿qué rayos puedo hacer que salga bien?
Quisiera poder ser como esa niña y mirarme como ella lo hizo, cada tres segundos para comprobar que tanta perfección era verdad, y salir con la frente en alto de un espejo de cuerpo completo y mirar a la gorda que está detrás de mí, escrutándome con los ojos muy abiertos, y decirle "Es cierto, monstruo, soy mucho mejor que tú."