martes, 30 de mayo de 2017

descaro

Los antiguos marcaban las eras cada cincuentaidós años, decían que entonces moría un sol y nacía otro y... a gran y pequeña escala, todo es verdad, todo tiene sentido siguiendo los cataclismos. Escucho tu voz profunda día y noche, día con día; a veces cierro los ojos y siento tu abrazo, y a veces es ahí donde me viene la culpa, pues no te abracé un poco más, porque no supe cómo manejar el alivio que sentía al verte ahí de nuevo, al poder verte sonreír todos los días. Mira qué poco me duró, mira qué grande la condena.
Muchas cosas han cambiado desde el lunes que me rompió la vida, muchos lugares he visto, con muchas personas he reído, con muchas más he llorado, muchas veces por ti, muchas veces por todo lo que me has dejado pero dime... ¿de qué sirve? Eres tú con quien quiero hablar más que con nadie, eres tú y siempre serás tú. Más allá de lo que se ha movido, desgarrado o podrido, hay una cosa que me volvió a crecer: un sentimiento, un deseo, un dolor, sí, una vida. Una vida mía que sin ti, no parece mía, y es que tengo tanto miedo pero tú me inspiras...aunque a veces quiera volver, volver, volver... el pacto con la muerte, el pacto con la magia, todo... todo sellado con cera ardiente.Por ti, por ti, por ti.
 ¿Qué acaso no estoy yo aquí, que soy tu hija?
Mírame, mírame cómo desvarío, mira cómo me convierto del ser suave al ser perverso, mira cómo no me arrepiento. Perdóname, perdóname, tal sólo necesito tiempo. Necesito saber si me extrañas como yo te extraño, cada segundo que respiro, con cada fibra de mi cuerpo; necesito saber que estás ahí, que no me has abandonado porque ya casi no te sueño y cada vez te pienso más, necesito fuerza, necesito menos.
El blanco en esta hoja no me da para llamarte, no me da para contarte todo lo que he vivido sin ti, las luces llenas de magia, de fugas y desfiguros... y tal vez amor, porque hay amor, sumergido en vino barato, escondido entre las tinieblas, el fugitivo y reluciente amor... arráncamelo de la frente, por cierto, porque no me deja ver qué sigue, porque me encadena al escritorio donde me siento a darle explicaciones, a escribir justificantes sobre mi descaro al desear que fuese... no, y ni siquiera me atrevo. El blanco en esta hoja no me da para explicarte la vergüenza que siento al cavilar de una cosa a otra y dejar que todo lo demás se hunda en un universo de qué-serás.
Yo siempre enamorada, él siempre complacido y en medio de nosotros, mi padre como un dios.
Dime qué tan enferma me dejó tu partida, dime si no es descaro y es sólo mal-vivir. No dejes que te culpe de mi tremenda herida, no dejes que te convierta en el mártir por el que quiero pagar, porque sé que ni siquiera podría. Sólo trátame una vez más con comprensión y sin discordia, sólo dime una vez más que no me dejas y no me olvidas, que no te vas... que estás conmigo, y de mi lado como siempre, hasta el final.
Ya sé que tengo mal corazón, que tengo enfermas las entrañas, y que mi cuerpo es un espejo; ya sé que no sueño nada porque a cada hora recorro la órbita alrededor de lo que no tengo, dejando atrás lo que soy, dejando que se hunda en el tiempo, usando tu nombre como contrahechizo, como salvación. Es eso, ahí está, apóyame pero no me salves, aunque tenga límite y ella tenga la baraja con todos los ases, déjame pensarlo de nuevo, déjame crear un plan, déjame volver a escribirme.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Gone with the wind

Los terrores nocturnos han vuelto, las fantasías triviales también... he vuelto a sentir que el alma se me desprendió, que un golpe de espanto la arrancó de mí y nadie ha vuelto su mirada allí, ni mucho menos ha hecho el ritual para recogerla. Mi vida de nuevo es un desierto pequeño, de no más de 70 centímetros de circunferencia, pero tan pesada y estrepitosa como un hoyo negro; miro al espejo y la veo, áspera y empolvada, cubierta con moretones y perdida mucho más que en la mirada. Suspiro y me repito que tengo que confiar en ella, que tiene todo lo que necesita, que quién-sabe-por-qué no lo logra ver. Tengámosle paciencia, me digo, es una sola mujer dividida en miles de vidas. Vida dádiva dividida. 
Los días me han agobiado con sus buenas y sus malas noticias, es como si el mundo no parara de cambiar con cada vuelta de uso horario, con cada aleteo de mariposa; a veces soy una diosa que se desliza derribando enemigos y a veces soy una estúpida usando un casco ridículo, a la que están haciendo pedazos, pero todas las veces sueño, aunque despierte temblando... todas las veces sonrío... todas las veces amo. 
He pagado fortunas por todo lo que he amado, me he sacado el orgullo por los ojos y he sangrado delirios, he pagado ya todo; y he jurado más de mil veces no volver a hacerlo, no caer en ese juego, no volver a estar ahí, pero podría jurar mil veces más que si alguien sintiera lo que siento jamás se arrepentiría y siempre (siempre) lo volvería a intentar, porque cuando él apaga las luces, mi piel se enciende señalando el camino, o quizá me lee la mente, o mi corazón late tan fuerte que grita todo lo que quiere. Hasta el día de hoy no sé cómo lo hace, pero si alguien sabe descifrar todos mis códigos es él, es él quien reconoce mi piel, quien me sabe escuchar y quien (totalmente, increíblemente) me sabe leer; es como si fuera una trampa, la prueba final del laberinto tortuoso de mi vida... y si es así, quiero ganar, quiero ganar, lo que más deseo en la vida es ganar. Pero no puedo, y eso sí lo podría asegurar. 
Ya no puedo soñarlo más, ni desearlo más, ni quererlo más, solamente puedo alejarme, eso sí, cada vez más porque me duele desde su nombre hasta su clímax cada vez que me late el corazón, y me estoy disolviendo en ansias, celos, rabias y tapaderas, dudas y contra dudas... frenos y desenfrenos. De nuevo, de nuevo, todo de nuevo. Esta vez no quiero olvidar, ni borrar, ni curarme, solamente quiero mirar desde la distancia más prudente y sentarme ahí a tejer mi futuro yo sola, en donde no se manche de él y donde no se llene de polvo esperando que me quiera. 
Yo confío en esa mujer aunque se enamore como idiota, aunque confíe como niña, aunque sea leal como ninguna. 

(La muerte ya no acecha, la invité a cenar; también está sentada esperando al filo de mi cama. Ya la oigo... ella me dio lo que quería, viene solamente a cobrar.)