viernes, 22 de diciembre de 2017

Guerra

Con un estruendo horroroso me di cuenta de que era momento de parar, puse las rodillas en el suelo y noté que sangraba por todas partes y que los pies no me respondían más, ahí me quedé a contemplar cada corte de cuchilla, a repasar con mis dedos el desastre de pasado que me dejó tu porvenir.
Juro que lo intenté con cada parte de mí pero hay cosas innegables, sin pausa ni yuxtaposición; y ahí estoy, esperando y callando, aceptando y soñando cada noche con que un día me pudieras dar una oportunidad de demostrar que soy capaz de deshacerme de mí misma por probar una vez más lo que no sabría que existe de no ser por ti.
Pero aquella es imposible y si cavilo mucho ahí, la vida tira de la soga que llevo atada al cuello por ti, y por mí, y por ellos. Mis labios se parten y revientan en espera de los tuyos, mi piel se despliega y se deshace porque, como yo, te conoce y no te puede sentir; y mi sangre, ¿qué puede hacer mi pobre sangre?
Ya de nada vale decir que actué con conocimiento de causa, y que pequé de palabra, obra y omisión (por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa), no es tampoco mi consuelo pero sí una valiosa verdad decirte que ojalá seas feliz y que juro por mi vida que deseo que alguien te tenga el corazón tan lleno como el que tengo yo dentro de mí, pero que sí tenga lo correcto, lo necesario, lo bueno... lo que no existe para mí.
Te quiero y no sabes lo mucho que me gustaría poder fingir que no es así, me encantaría levantarme, sacudirme la ropa y limpiarme toda la sangre pero jamás ha sido tan fácil. Sé que vendrá el momento de seguir y sé que al menos di todo lo que me quedaba en una batalla sin batalla de la que obtuve la gran dicha de conocerte y poder mirarte más de cerca,
Si yo no fuera yo y el mundo no fuera el mundo sabría que podría ser distinto, mientras tanto tampoco importa porque en esta vida te di lo que creí que ya no tenía y eso es suficiente para mí, aunque no lo sea para ti.