sábado, 31 de diciembre de 2016

Drugstore perfume

El último atardecer del año ilumina el camino de la sangre debajo de mis pies, no quisiera lamentarlo, solamente quisiera recordarlo como un sueño salvaje, una llamarada de gloria con la que pinté mis párpados un par de noches y un perfume de incienso con el que te atraje a mi regazo. El enero pasado parecía una nube cargada de llanto, con todos los sentimientos confusos pero alineados hacia mi derrota... una nube profética, en realidad, porque permanecería intranquila y llena de miedo el mes completo, escondiéndome en los lugares del corazón que conocía porque en realidad no quería (y nunca he querido) alejarme... no sabía cómo salir ni cómo comenzar de nuevo, estaba ahí, hecha un ovillo pensando en lo que nunca se volvería realidad.
Fue entonces que, entre la multitud, me encontré con tus ojos, con el misterio hecho carne mirándome con deseo, supe desde el primer instante que me había encontrado cara a cara con mi castigo, o al menos con una largísima condena. En el fondo me alegraba sentir algo, después de tanto tiempo, algo parecido al vértigo, parecido a la adrenalina; ahora sé que fue como cuando un revés mortal está a punto de golpearte, tu corazón lo siente, la muerte nunca toma por sorpresa.
Traté de huir por todos los medios que conocía, traté de aferrarme a mi nostalgia y a mi ingenuidad adolescente pero derrotaste a mis demonios y los volviste tus siervos... y yo pensé que era cariño o amordazada alegría, no me di cuenta que estaba frente a un estratega, un delincuente. El príncipe de las tinieblas.
En la negrura, sin embargo, encontré el calor de los buenos tiempos, de las buenas noches, de la calma después de todas tus tormentas, porque tú no dejas de llover sobre mí y de señalarme con el dedo; el sol y el viento. No te tuve ni te tengo, pero tuve momentos, tuve chispazos, miradas y secretos. Sólo eso, que no sé si agradecer o seguirme arrepintiendo pero sé, estoy segura, que todo esto fue vivir al fin y no seguir cayendo.
Lo siento.

lunes, 19 de diciembre de 2016

9 times out of 10...

Comenzaré por admitir mi derrota, a ti y a todo el mundo se lo digo: no sé ni cómo me atreví a pensarlo y me da gusto saber que, al menos, ni siquiera lo intenté.
No es la primera vez que veo mundos hacerse trizas, universos colapsando unos dentro de otros, y la solución no es el tiempo, ni la energía, ni que mágicamente se arregle tu corazón porque, acá entre nos, no es lo único que hace falta... necesitaba nacer diferente, con el cuerpo fuerte, la mirada clara, y, lo más importante, con el alma fabricada a prueba de ti, y ese dictamen es inapelable.
No vale la pena cavilar en tus buenas intenciones ni en la impecable caballerosidad que tienes y que nos tiene a todos en esta sala de espera, en este limbo caótico repleto de figuras, rostros y entes contra los que no puedo competir... sobre todo los entes que parecen fantasmas y que nublan tu mirada como  si fuera un huracán que, mientras sopla con violencia desde el otro lado del continente, me tiene aquí siendo nada, siendo brisa marina mojando tres noches que para mí fueron infinitas.
Es cierto, nunca tuve tristeza más bella, pero no sé de qué me pueda servir si, de cualquier forma estoy aquí, vibrando de desesperacion, con la furia quemándome del estómago a la sien, pero sin poder dejar que todo esto te explote directo en la cara porque eres un niño protegido hasta los dientes con tus miedos y tus farsas, maldita sea, si tan sólo escucharas, si tan solo miraras.
Ya basta, no puedo dejar que esto avance, empaco lo que me diste y tiro a la basura este drama innecesario, este pequeño hueco que no podrías llenar ni con toda la buena amistad que tengas guardada. Solamente espero que sea como no te cansaste de decirme: que yo nunca tenga influencia sobre ti... que yo no tenga nada dentro que te ate, porque entonces la derrota será otra.

domingo, 11 de diciembre de 2016

1:00

Quería decirle que lo sentía, que resonaba dentro de mi cuerpo como si éste fuera la olla vacía y helada que a veces parece ser; quería que supiera todo aunque nunca hubiera logrado ocultar realmente nada, pues todos los otros lo habían adivinado mucho antes de que yo lo pudiera ver. Pero es que no podía ser que sus ojos, aquellos infinitos ojos, no pudieran ver mis defectos, ni mis fracasos, ni toda la soledad... sus ojos sólo me contemplaban como si hubiera estado esperando toda la vida por verme. O tal vez, era el reflejo de los míos que, hasta la fecha, siguen sin creer que lo pudieron ver.
Y él estaba ahí sonriendo, alucinando, ¿qué pensaría? Si al primer contacto fui fría y al otro fui una nación abrasada en llamas, si cuando estuve ahí ni el sol podía pensar en brillar tanto, si nunca ha habido nadie más iluminada. Qué vergüenza, casi lo olvido... esto no tiene porqué ser así. No conmigo, no ahí, no puede ser para mí.
Han pasado ya muchas noches desde que lo vi partir, como cuando se ve un cometa que puede o no volver a aparecer; éste es un cuerpo celeste cuyas dimensiones nadie puede calcular, a veces su cinismo rompe las barreras del tiempo y otras veces, su alegría detiene por completo el movimiento de todo a su alrededor... Nadie sabe hacia dónde va ni por qué a veces se sienta a mi lado a abrirme su corazón, a remendar el mío y a asegurarse de que todo lo que ha construido sigue estando en su lugar. Imposible es también predecir en qué momento volverá para arrancármelo todo y  hacerme arrepentirme del momento en el que volví la mirada hacia él por primera vez.
Nadie sabe cómo funciona, sólo sé que no soy la única que quiere saber.
Es verdad, es territorial como la mar, guardián de mi vida y la de los míos, receloso de mis creencias y creyente de mi verdad... sí, es un territorio inexplorado y estratosférico, no solamente lo que aparenta ser: codiciado y codicioso.
Y entre todo lo que sentía, lo que más quería era que no se diera cuenta, no ese día... un día más, por piedad, un día más... pero mi abrazo lo dijo por mí, y sus ojos aceptaron todo y nos dejamos ir, al fin. Tal vez no vuelva a verlo nunca, tal vez sea mejor para mí, que no tengo ganas de explorar ni tengo madera de excursionista para pararme de nuevo en arenas movedizas; tal vez sea lo mejor para él, que tiene ganas de vivir y está tallado en la madera de la realeza, alejarse de este fuego incontrolado e incapaz de decir que...