martes, 6 de enero de 2015

Piece of star

Un paso hacia atrás, sólo para mirar que sigo en el mismo lugar, justo donde me dejaste. No quisiera seguir sumando malas palabras a la lista que define mi esencia, no quisiera tampoco pensar que sigo en el lugar en el que estoy, rodeada de todo lo que me dejaste (que es todo lo que quiero y definitivamente más de lo que necesito), pero sin absolutamente nada.
No estoy sola pero se siente así, como si fuese un pedazo roto de cristal brillante, sin nada más que ofrecer, como una estrella en medio de la nada. Como una sirena accidental, una criatura que se quedó atrapada entre una etapa y la otra, y se quedó mirando todo, como una mediocre profesional.
Necesito de ti, necesito saber que sigues estando aquí, que mi alma se quedó prendida de la tuya y que se acompañan.
Muchas veces he creído estar pasmada en el aire, como si todo el mundo se moviera sin poder tocarme a mí, sin poder alcanzar mis pensamientos, ni mis sentimientos, muy a pesar de mis reacciones violentas y superficiales; nunca fue más real que hoy, nunca nada significó menos ni más. Esta vida que tengo, rodeada de supersticiones, obsesiones, necesidades infligidas y mil y un retazos de sesos y corazones, no es sorpresa que nada sea suficiente, lo que se ve y lo que no, mucho menos aquello que brilla, pesa, o vale.
No soy un trozo de polvo, ni un terrón de azúcar, ni una canción de baya de oro, soy el camino espeso de la sangre corriendo por los estacionamientos, soy el ligero trozo de nada que se sigue rompiendo en mil pedazos y que puede, como el universo mismo, seguir explotando infinitamente.
Estoy harta de todo, quisiera que todo se acabara.
Ahí está ella de nuevo, mi kraken embelesado robándome toda mi vida, haciéndome comprar cosas para nunca abrir su empaque, haciéndome contar de nuevo los números del diablo, haciéndome romper todas mis reglas. ¿Qué hice yo? Me pasan estas cosas precisamente porque no hago nada, ni hice, ni haré. Solamente intento por cinco segundos, después, me agoto y me alejo; y durante todas esas veces pasadas (vicisitudes, tragedias) salía ilesa porque siempre estabas tú, ahora sé que lo más prudente sería dejarme morir.
Me alcanzará y me matará, me persigue y se relame los labios. A nadie le gusta ese olor a miseria, berrinche infructuoso y sueños que se fueron a la mierda, más que a ella.
Por favor, escúchame, necesito saber que estás aquí.