jueves, 5 de octubre de 2023

The heartbreak prince

No podría encontrarte en toda esta negrura, aunque hubiera jurado que nadie en todo el mundo brilla más que tú. No puedo verte, no puedo tocarte, es como si solamente vivieras en mi mente; parece que te inventé, como si fueras un pedazo de mí pero digno y adorable, uno al que no se me permite acceder y amar porque mi cabeza sometió a mi corazón por primera vez, desde que tengo memoria. 

Te miro como se ve a las estrellas, sólo a través de pantallas, o incluso, buscando solamente en los momentos más preciados de mi historia: una  calle oscura y una noche divina. Solamente una.

No me permito escribir para ti porque le he dado más de mil vueltas a este asunto y parece circular, siempre parece volver a empezar. Me gustaría tener el valor de decirte lo que siento pero es que es algo tan absurdo ya. Te miro y sé que sólo eres un sueño y aún así me aferro a la idea de un día poder tomarte de la mano y adorarte sin freno alguno porque todo lo que yo he dicho sobre ti es verdad. Y me siento estúpida, como si no me hubiera tomado treinta años aprender que todo el amor que yo puedo sentir jamás ha podido interesar a nadie. A nadie a quien yo ame, al menos.

Desgraciadamente, esto soy, esta persona incapaz de aceptar ese no que me diste hace ya casi ocho meses. Lo siento, lo siento tanto, pero aunque haya tratado con todas mis fuerzas durante tanto tiempo, no puedo dejar de ser yo. Quizá la madurez de todos mis años sea solamente el miedo que tengo a decirlo pero jamás dejaré de sentir, aunque me cueste perderte. Lo único que supe desde el primer momento fue que no iba a durar y ahora también sé que si te vas no puede dolerme más que amarte tanto desde tan lejos.

Lo siento, algo que también siempre supe es que iba a ser yo quien lo iba a arruinar. 

The bridge of dreams

 

21/03/23


Ya no podría decir de nuevo que me duele el momento de sentirme desechable, ni el concreto, ni la lluvia, ni los terrores nocturnos. Ya todo esto lo he vivido más veces de lo que soy capaz de admitir: la noche y el puente. El puente, el puente, el puente. Y la noche. 

No sé por qué me encuentro aquí de nuevo, tratando de hallar respuestas, tratando de saber razones que siempre busco en el mismo lugar; ya sé qué es y ya lo había aceptado, ¿por qué diablos no puedo volver a tomar todo y tragármelo como siempre he hecho? Si ya sé que no queda ruta, que no hay nadie ni nada hacia dónde ir, y todos estos lugares ya los vi; ya sé que me escondo de mí misma dentro de mí misma una y otra vez, como si las capas de carne y grasa escondieran algo que haya olvidado ahí que quizá valiera la pena aunque todo a mi alrededor grite que no es así. Yo lo sé, todos lo saben, ¿para qué sigo aquí? 

La madrugada me ha envuelto todo este tiempo (casi un año y tres meses desde la última vez) dentro de su bruma falsa para evitar que vea que literalmente ya no tengo nada más aquí, soy solamente yo luchando todos los días contra la idea de saltar del puente y estrellar mi cabeza testaruda y desechable contra ese concreto, bajo esa lluvia, para librar a esta tierra de este terror; para librar a esta tierra de mí.

No podría decirlo de otra forma pero lo sé, y sé que todos lo saben: sé que lo han visto. Sé que la falla soy yo y no quienes me vieron y no me vieron; quienes vinieron y se fueron; quienes se desengañaron de mí o quienes me engañaron a mí. Aquí la falla está en mi cabeza todos los días, en esa voz que me lo repite siempre: nada de lo bueno, nada de lo duradero es para mí porque no nació conmigo. Nadie me lo quitó, nadie me lo negó, simplemente es así. 

He buscado pruebas y las he encontrado, por eso salgo corriendo todos los días a buscar quién o qué puede callar las voces un rato; o, si tuviera muchísima suerte, quién me quite el maleficio con el que nací. No existe y no lo merecería si existiera, pues nadie debe cargar jamás con un peso así: el de mi amor irracional y desastroso, el de mi cuerpo hinchado y asqueroso, o el de mi cabeza desechable y compostable, que solamente sabe pensar en el final. 

Pienso en el final y el puente todos los días. Todos los días pienso en el puente y el final. 

lunes, 31 de julio de 2023

my temple, my mural, my sky

La sangre se arremolina debajo de mi piel, como si fuera un maremoto, con tan sólo recordarte. Si te tuviera de frente, no tendría nada qué decir, o al menos no después de todo el tiempo y lo que me he esforzado por ocultar lo que siento. Ni mis ojos, ni mi rostro me traicionarían para contarte todas las noches que he soñado contigo, todas las horas de sol y luna que he visto pasar pensando en ti. No necesitas saber lo mucho que me he ilusionado con todo esto como si tuviera sustancia, como si fuera real, pues al final de todo se sabe que yo soy la persona que construye dibujos de pesadillas en hojas de papel, la que solamente se arma de palabras para enfrentar el mundo todos los días; como quien vende castillos de aire, tal cual. 

No es sorpresa, tampoco, muchas veces ha escapado de mi ansiedad decirte lo feliz que soy solamente con esta idea, con la pequeña esperanza de que algún día tú te fijaras en mí de verdad: así, como soy yo realmente y no como me gustaría ser; pero lo que soy está plagado de heridas, maldiciones y tormentos. Probablemente sea mejor seguir así, ser dos ilusiones tocándose a lo lejos, como en los cuentos que amo leer, como en las leyendas que nos compartimos. Yo esbozo lo que eres tú con lo poco que me dejas ver y con lo mucho que yo te creo, quizá sólo así nunca nos hagamos daño... y de pronto creo que este mar infinitamente desolado, frío y profundo que llevo dentro no puede estar más tiempo contenido. Tanto amor merece ser sentido, este nombre merece ser cantado, estos labios merecen ser besados y estoy cansada de pelear todos los días por demostrarlo. 

Ya no quiero sentir cómo me pudro, cómo pasan los años enfriando este cuerpo sin que sea tocado y ni siquiera deseado, estoy cansada de alimentarme de ilusiones porque no nutren y me dan náuseas. Ya no quiero matarme de hambre para entrar en un molde que desde hace años me queda muy pequeño. No sé si tú seas la luz que me salve de la penumbra pero lo dudo si tengo el encendedor en las manos. No sé por qué por fuerza quiero que seas tú mi todo cuando fácilmente puedo serlo yo. Y te lo juro por mi vida, por todo lo que tengo o por lo que ya no tengo (que es aún más valioso) que te quiero y que quiero que seas tú quien me quiera pero no sé si haya otro espacio aquí para sentarme esperando un milagro.

Sé bien que si hay un culpable de todo esto soy yo misma, mi naturaleza hostil y mi cabeza demasiado ahogada en el pasado y el absurdo; fui yo quien se empeñó en ser inquerible, insoportable o qué sé yo, y sin embargo estoy segura que ya pagué la condena estando aquí treinta años sobreviviendo de migajas de quienes no estaban seguros, quienes no estaban listos o quienes encontraron algo mejor y se fueron. Si te tuviera frente a mí jamás podría preguntarte a cuál de esos grupos perteneces... principalmente porque creo que sé la respuesta. 

Por una parte es un alivio, sé bien que estarás mucho mejor sin mí, todo el mundo parece hallar su felicidad a lo lejos. La felicidad y la esperanza no envejecen bien aquí. Gracias por todas las hogueras que encendiste dentro de mí, gracias por ser mi gran y último amor y mi más grande sueño. Perdóname por no saber cómo inspirar en ti algo así. 

Adoro todo lo que construí alrededor de ti y quizás algún día te reconozcas en uno de mis textos como el príncipe que le devolvió la pureza y la inocencia a la mar en su momento más pútrido y gris; porque eso eres para mí, un lujo que jamás podría costear, una luz pura y divina que espero con toda mi alma, jamás dejes que se consuma. 

viernes, 9 de junio de 2023

Hope is a dangerous thing for a woman like me to have

Quisiera romper la campana de cristal, quisiera dejar de ahogarme en mi aire rancio al menos un día sin cruzar la línea entre el hartazgo y el impulso suicida pero parece que no tengo opción. Dicen que no debería llamar funcionalidad a esta culpa que me drena la energía si no hago lo que me pagan por hacer o lo que me comprometí a hacer en un buen día. Dicen que tampoco debería sudar tanto o sufrir tanto haciendo cosas que se supone que disfruto; cosas que yo misma busqué o agendé pero, ¿quién si no yo podría cargar con esto? Parece que luchar y pelear es todo lo que he nacido para hacer, y hay días, meses, en los que creo que ya no puedo.

Me siento como cuando era niña y nadaba con todas mis fuerzas esperando el momento de salir, bañarme y comer chocolate, aunque mi madre se enojara porque entonces nada de ese esfuerzo había valido la pena. Sólo que ahora la alberca es mi vida y mi madre sigue siendo mi madre.

Si bien es cierto que sacrificio y entrega pudieran tener un significado positivo, cuando se trata de mí, pesan como condenas. Quisiera tener el valor que tienen otras personas en mi condición (poseedoras de cerebros distintos) para quedarse todo el día en cama sin mover un pelo; quisiera poder encerrarme en mí misma frente a todos, sin miedo a esa voz (mi voz) que me dice que ni para dejar de servir, sirvo.

Lo siento, prometí dejar de tratarme a mí misma con desdén pero al parecer, como siempre, no lo estoy intentando lo suficiente.

Esto es un carnaval de culpas, lo ha sido desde mi creación y lo será hasta mi sepulcro, y aunque reconozco que he mejorado, que he cubierto mis bases para no volver a caer en el abismo del que tanta sangre y dolor me costó salir, quisiera saber por qué ese abismo me mira desde lo profundo y me sonríe como si supiera que terminaré sumergida en él, como si fuéramos de esos amantes que han hecho todo lo humanamente posible para alejarse (herirse, acusarse, insultarse, amenazarse) e igual se besan en sueños, como si su amor fuera más una terrible maldición. Y ya no quiero ser sólo eso: una pieza más en un juego donde siempre pierdo yo. 

Como todo el mundo, quiero ganar, no quiero sentir que voy contra la corriente. Quiero que el descanso no me sepa a locura o cobardía, quiero un solo día libre de culpa, lleno de tranquilidad y amor. Quiero que alguien, aunque sea en un mundo alterno, encienda una vela por mí; que alguien suspire diciendo mi nombre, que alguien haga algo por verme sonreír; que no sólo sienta mi peso caer sobre el suelo, que alguien, por una vez, esté ahí para mí. Quiero creer que pasará y que me lo merezco, aunque no sea cierto.

Sin embargo, y aunque las ilusiones me llenan de vida, sé que nada haría realidad el sueño más estúpido que tuve, la meta más escueta que este mundo y su arte plantaron dentro de mí. No hay cantidad de esfuerzo, amor, dinero, tiempo o sufrimiento que yo pueda entregar a alguien para hacer que se quede, ni siquiera para hacer que me escoja; pudiera sonar como exageración o desesperación si esta idea no hubiera sido ya tan estudiada y comprobada, no por ello menos dolorosa. 

¿Cuál será la verdadera razón de que alguien como yo esté aquí sin poder ser feliz y sin poder ser amada? 

domingo, 30 de abril de 2023

Sobre la niña con el vestido de estrellas


Construí un refugio, un santuario, un anfiteatro de leyendas sobre mí misma e imágenes de todo lo que fui. Me levanté de entre los muertos y me limpié la lástima por mi vida.

Había querido decir que ahí estaba una niña a la que nadie cuidó pero la verdad es que nadie sabía cómo y, de cualquier modo, aquí estoy yo para responder por ella: por todas las veces que desollé mis manos, marqué mi cuerpo y dejé de comer; por todas las drogas que ingerí, el alcohol en el que me ahogué; por todas las veces en las que lloré en un puente esperando juntar el valor para aventarme y no lo logré. Aquí estoy yo para pagar por cada corazón que rompí, por cada mentira dicha o cada golpe dado a quienes menos lo merecían en el nombre de todo lo que hoy sé que no hubiera podido enfrentar de otra forma. 

Quiero tomar entre mis brazos a esa niña que le rogaba a dios porque le quitara el maleficio de la indecencia, y decirle que jamás debió sentir vergüenza por quién era y que no interesa si nadie nunca la entiende o nadie la quiere, porque para eso estoy yo.

Quiero decirle que sé por qué terminó perdiéndose en los caminos más oscuros, que valido todos sus miedos: la soledad, la locura y la ruina, porque fui yo quien la hizo pasar por cada centímetro del infierno y también soy yo la única que está aquí para ayudarla a volver. Su única amiga, su verdadero amor. 

Nadie nos va a volver a abandonar, nadie va a volver a destrozar todo con su partida o amenazarnos con la soledad. Yo no puedo arreglar lo que alguien deshizo en esa niña pero sí asegurarle que los malos ya no pasan, que aunque me haya tomado casi treinta años lograrlo, jamás volveremos a llorar por quienes nos odian, nos traicionan o nos dejan, y mucho menos volveré a ser yo la primera en hacerlo; no seré yo quien ningunee, traicione o hiera a esa niña que sigo siendo yo. Nunca más. Ahora sé que sobreviví para defenderla de todo y de todos. Juntas hasta el final.