jueves, 13 de diciembre de 2012

Try harder.

"Poca cosa eres, muy poca. Tú que escribes, ves y juzgas, cobarde de antepasados cobardes igual que tú."- Se le calló la voz y le quedó la boca bien seca. Ya jamás sería capaz de tentar al destino de esa manera.
Se guardó el fuego en los bolsillos esperando que nadie se lo viera, esperando que un día la fuerza de su corazón recobrara el aliento, que tragándose ese fuego del mal pudiera sentir al menos un poco de su antigua esencia. Pero así está, apenas sobreviviendo de recuerdos y expediciones aguadas al pasado, poco sentido tiene, sí, poca gracia tiene, también, pero lo que uno es y de lo que uno está hecho es lo último en cambiar, por más esfuerzo que se le ponga al intento.
Ella es cobarde, cobarde hasta la última gota de su sangre, y está perdida, perdida igual que siempre, con el corazón más roto que nunca. Tiene episodios de lucidez y también de completa locura, tiene un alma incapaz de morirse completamente, pero situada en una agonía crónica y mediocre. Infinitamente mediore. 
Encarcelada en sus propios momentos de profundidad, sus leguas de absoluta penumbra, está sonriéndole a la muerte, coqueteando con ella sin importarle (más de un par de horas) lo que pueda estar sucediendo. El autosacrificio está de nuevo escrito en el calendario, ya todo está planeado otra vez; la adicción solamente se hizo más grande. Ya no tiene nada, ningua excusa, fábula o verso hecho al vapor con qué defenderse, esta vez ya no se quiere defender. Y mirando al cielo desde el mar, llorando sal sobre las heridas, mi vida, espero que esta vez sí se muera.

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