lunes, 2 de enero de 2012

Hemorragia

(No me refiero a ti, mi vida)

1.- El puñal en la mano.
El amor comienza como una mentira. Por mucho que te esfuerzas en creerla, si la ves con parcialidad, no suena convincente. Sin embargo, con el tiempo, el polvo que levanta la velocidad con la que crece esa mentira te nubla la vista, te forma catarata, te ahoga, te hace sentir... diferente. He amado a muchas personas en esta vida, amé por jerarquía, porque era sangre de mi sangre y por lo mucho que me prometían pero... La decepción es la protagonista en la historia de mi vida.
Yo también he decepcionado, he hecho mal el noventa por ciento de las cosas que he planeado, el diez por ciento restante no es más que pura casualidad, he lastimado, he mentido, a veces con alevosía y en la mayoría no, pero...
2.-El puñal abre la herida.
El verdadero ataque de la decepción es la confrontación. Luego de que el amor te tiene atrapado como un retrasado mental drogado y borracho, te hace despertar, con una conciencia envidiable, como si nunca hubieras podido observar nada tan claramente y lo hace para que te mueras.
No, no es cierto.
Pero casi lo logra.
Las injusticias comienzan a florecer enmedio del maldito infierno y desbordas porque crees, ingenuamente, que tú has dado demasiado. Probablemente sí, regularmente no. No lo sabes, por ello no tienes valor ni aliento para decir lo que piensas.
La gente como yo mira atrás y se arrepiente, ruega, llora, sangra y moriría de haber sido lo suficientemente inteligente como para hacerlo. La herida arde y te corrompe como nunca antes nada lo ha hecho, porque sabes que tú provocaste la catástrofe, porque tú jalaste el gatillo de aquello que no veías que estaba apuntando directamente a tu cabeza.
La clave: la gente te decepciona porque esperas demasiado de ella. Sin importar lo que tú hayas dado... y ahí radica el siguiente paso.
3.- La sangre mana por primera vez.
El letargo en el que te tiene sumergido el amor te hace pensar, inevitablemente, en que tú estás colaborando. Crees que el amor tan ciego y "puro" que entregas a manos llenas justifica todo lo malo que has hecho, tus errores, tus mentiras, tus delirios... La verdad es que el hecho de amar significa creer, porque desde el principio, confías y la confianza es el mango del puñal de la decepción.
Yo confiaba en ellos y confiaba en mí, porque eran mis amigos, mi familia y mi verdad, pero eso sólo los impulsó a destruirme poco a poco, porque sabían que estaban dentro y que una vez ahí no iba a haber nadie que pudiera sacarlos. Me hicieron sangrar, me obligaron a hacerlo, porque yo creí que también estaba dentro, que estaba amando y que estaba haciendo el bien, que los estaba ayudando y haciéndolos feliz, pero no. Lo sé porque yo a mí misma me lo hice.
Me traicioné también, me decepcioné y entonces, la sangre vio la luz por primera vez. Sea como fuere, uno es, por regla general, siempre lo primero. El primer delirio y la primera puñalada viene siempre de ti mismo.
4.- La sangre ya no se detiene.
Uno por uno, todos aquellos que lograron penetrar mi confianza traicionaron eso. Ya no puedo confiar en los que abusaron de mí, tampoco en esa persona de la que se aprovecharon... No se puede reparar una herida si no se ha cerrado, tan sólo se cubre y se espera a que pare la hemorragia pero la decepción ya no se cura.
Por instinto, tomas el puñal y lo destruyes para que no vuelva a ocurrir, no hay confianza y no hay decepción... el problema es que si tienes, al principio, un ego del tamaño del universo entero y luego algo te dice que estás en un completo error y te das cuenta de que nunca lograste nada, que sólo te quedaste mirando ante todas las expectativas de ti mismo... el error eres tú, los demás son irrelevantes. También destruyes el puñal y... tan sólo se queda así.

Fallaste. Fallaste tú. No puedes volver a amarte a ti, no puedes ni pensar en volver a confiar en ti, nunca más.

No hay comentarios: