martes, 19 de julio de 2016

The kingdom by the sea

[12.07.16]
Mi pluma se cansó de recorrer laberintos, mis pies anduvieron por mundos raros: nieves almendradas, cielos salpicados de luciérnagas y territorio ganado al mar. La piel se me tostó de avaricia, lo sé, pero también de paz; el sueño se enamoró de mis pestañas y pude, por un momento, pensar que no volvería atrás. Sin embargo, todos sabemos que a mi pluma le gusta dibujar espirales al infinito con cara de muerte y cítaras de azúcar. Perdón por pensarlo, lo siento, en verdad, pero el tiempo te ha vengado, mi vida, ya no tienes tú que hacer más.
Encontré mi alegría cristalina en una noche rojiza en vez de negra, y creí que nada podía salir mal mientras mi mente se retorcía suavemente en los rizos dorados de la fantasía, pero henos aquí, con las piernas cruzadas sobre el vendaval londinense, que es frío y amargo pero que tiene cara (todavía) de buena suerte.
¿Quién soy yo para este mundo? La persona que pierde todas las buenas oportunidades, al igual que todas las reservaciones, vuelos, trenes y autobuses; soy la persona que simplemente no puede llegar a tiempo a casa, a la noche, a la vida o a la libertad. Soy la persona que anidó en el cerebro de unos mientras su presencia hacía hongosa la piel de otros, ¿qué es esto?, ¿es una señal? Si después de cruzar océanos, subir montañas y volar escapando al tiempo, no soy diferente y me sigo atando los recuerdos a los dedos, las muñecas y el cuello; si me sigo tatuando el cuerpo en busca del honor de lo que ya no tengo y de lo que no quiero perder... los ojos que ya no me miran y los que quiero que me miren siempre... Si sigo pendiente del destino aunque sé que me ha ganado todas las partidas, lo sigo mirando a la cara y repitiéndole que puedo aguantarlo (llorarlo, lograrlo, explicarlo, empaparlo) todo, tal vez sea porque yo he visto el peor de los temores ocurrir frente a mis ojos y lo he vivido con la misma intensidad que cuando logré ver el mundo desde once ángulos diferentes. Todo me ha llevado a creer que soy sólo eso, soy realmente alguien como yo, con el carácter explosivo y las manos infinitamente suaves, sin motivos y sin miedos. Solamente alguien como yo, solamente yo.
Quizá no quiera este destino porque definitivamente no lo necesito, ¿es una señal? Es una pérdida claramente, porque sigo soñando con la aventura que me ate y la razón que logre interrumpir la mía; no es el viento, ni la nieve, ni el agua... tal vez ese nombre esté escrito más allá del mar y sólo a ese reino pertenecería, sólo ante esa magia me doblegaría, sólo ante esa vida entregaría toda mi vida. A las pruebas me remito. 

London, England.

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