sábado, 12 de enero de 2013

Loved with a love that was more than love

Cada hora que paso sumergida en la anarquía de mis recuerdos sabe a ti, huele a ti, lleva tu nombre, como si ni en mil años pudiera ser distinto, como si el mismo dolor me mantuviera atada siempre a la misma penumbra, como si el aire que respiro estuviera inflamándome los residuos del todo hasta sofocarme lo que existía antes de ti.
La soledad me guiñe el ojo y me toma de las manos, me cuesta trabajo reconocerla, siento apenas su helado aliento y veo esbozos pequeños del pasado clavándose como espinas en mi presente; ella me muestra sus dientes afilados, no sonrisa, sólo un gesto demoniaco que significa lo de siempre, ella ha visto mi corazón y es suyo, ella ha visto mi vida y la ha tomado para siempre. ¿Quién soy yo para querer cambiar mi destino, para cerrar los ojos y desear lo mejor?
Impuramente, enojada, maldita, ciegamente yo. Equivocada.
Abanicos de esmeralda y el reinado de la traición, ojos ciegos, tentáculos grises, niñas malvadas, niñas malcriadas, niñas, fuegos fatuos, enérgicos besos, enérgicos golpes, árboles de cristal, gigantes de las montañas, sirenas, brujas y cobardes; esto soy yo.
Una fórmula secreta de odio, de fracaso, de insólita burla al destino y de aire, y de tinta, y de nada.
¿Dónde quedamos tú y yo? En un reflejo del silencio, en un sueño con el amor, en una copa de whisky, en una sala de cine amarga por un refresco sin jarabe, en una lágrima oculta, en una primera vez de una unión irrompible, ¿y ahora qué vas a hacer? Cantarle a la luna, escribirle una última vez que adiós para siempre, luna ingrata, luna extraña, luna psicópata.
Pues bien, yo necesito decirte que te quiero, decirte que te adoro con todo el corazón.
¿En dónde quedamos tú y yo? Como Frida y Diego, como todo y como nada, unidos por el dolor, quemándonos dentro de velas encendidas, entre miles de flores frescas, en una tarde contigo y una vida que jamás olvidaré. En lo que me diste que jamás se irá y en lo que te di que, te aseguro, no será dado de nuevo. ¿Qué somos tú y yo? Un castigo. Una imagen, un recuerdo, en cada parte a donde miro, en cada lugar a donde voy, porque veo tus ojos hasta cerrando los míos; somos una canción o mil, una distancia secreta, una piel y otra piel, un silencio y un amor.
Adiós por la vez última amor de mis amores, la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós.

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