¿Qué queda por decirse de mí? Que la vida no me alcanzó para ser feliz, ni para aprender de lo que deseaba ni de lo que tenía enfrente, ni para contemplar otros mundos, con los que soñaba, ni conmigo ni de la mano de nadie.
Y esas manos, ¿cuáles? Las de los hombres que me mienten mirándome a los ojos, los que me ocultan sus verdaderas palabras, los que huyen de mí, los que ya no están. Aquí ya no queda nadie.
Se fueron las voces, las esperanzas, los sueños, las fantasías. Se fueron los colores, rosas, púrpuras, turquesas, negros. Se fueron las risas y las fiestas, y las lágrimas, gracias a dios se fueron.
¿Qué quedó?
Recuerdos de playas frías e iglesias doradas, otros mundos con bosques y bellezas, citas de libros, canciones y malas decisiones. Recuerdos de mi cara perpleja y redonda en sus fotos, con la sonrisa a medias y los ojos un tanto abiertos. Recuerdos de mí emberrinchada, emocionada, enamorada y rota. Los cuatro estados de la materia.
- He escrito miles de cartas y he dicho mil malas palabras, pero hoy se me acaban todas y así, sólo este recuerdo quedará.
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