Viento helado que viene del invierno
que no viste y ya no verás.
Fuego azul, morado y naranja,
como tú, como yo y como el mar.
Octubre revienta e impacta
con sus destrozos mi alma,
de nuevo y para siempre, jamás.
Perdóname, sin embargo, por a veces pensar que tú me dejaste porque no es cierto, a ti te arrebataron, te quitaron de mí, tú no decidiste nada. No quisiste que todos los mares se desbordaran, no quisiste que las luces se apagaran, todos corrieran y tu familia nos diera la espalda, no quisiste que la vida se nos rompiera, no quisiste que ya nada lo pudiera remediar.
Te busco en una poesía dicha al viento de octubre, te busco en el domingo perfecto, te busco en una vieja canción... y no te encuentro, pa, no te encuentro. Desde hace tres años no te encuentro y cada vez que lo pienso se me rompe más el corazón.
Perdóname por estremecerme cada vez que alguien habla de balas, perdón por bajar la mirada cada vez que me hablan de muerte, pero si alguien me habla de amor verdadero, de triunfos, de historia, de Chiapas y basquetbol; de pueblos con ríos, de borregos y trova, ahí vas a estar tú y solamente tú. Estás en la vida que tuve contigo y estarás en la vida que heredaste para mí, de diferentes maneras y en diferentes sentidos, pero veo el mar y te veo; veo la luz y pienso que cincuentaidós años le regalaste al mundo, veintiún años me regalaste a mí y a los dos nos marcaste para siempre. No se puede pedir nada mejor.
Te quiero y te quiero tanto que no me alcanzarían las palabras para expresarlo, y me dueles, me dueles tanto que hasta parece más, pero no... si algo me enseñaste, hoy hace tres años, es que la muerte jamás es más fuerte que el amor.
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