Los antiguos marcaban las eras cada cincuentaidós años, decían que entonces moría un sol y nacía otro y... a gran y pequeña escala, todo es verdad, todo tiene sentido siguiendo los cataclismos. Escucho tu voz profunda día y noche, día con día; a veces cierro los ojos y siento tu abrazo, y a veces es ahí donde me viene la culpa, pues no te abracé un poco más, porque no supe cómo manejar el alivio que sentía al verte ahí de nuevo, al poder verte sonreír todos los días. Mira qué poco me duró, mira qué grande la condena.
Muchas cosas han cambiado desde el lunes que me rompió la vida, muchos lugares he visto, con muchas personas he reído, con muchas más he llorado, muchas veces por ti, muchas veces por todo lo que me has dejado pero dime... ¿de qué sirve? Eres tú con quien quiero hablar más que con nadie, eres tú y siempre serás tú. Más allá de lo que se ha movido, desgarrado o podrido, hay una cosa que me volvió a crecer: un sentimiento, un deseo, un dolor, sí, una vida. Una vida mía que sin ti, no parece mía, y es que tengo tanto miedo pero tú me inspiras...aunque a veces quiera volver, volver, volver... el pacto con la muerte, el pacto con la magia, todo... todo sellado con cera ardiente.Por ti, por ti, por ti.
¿Qué acaso no estoy yo aquí, que soy tu hija?
Mírame, mírame cómo desvarío, mira cómo me convierto del ser suave al ser perverso, mira cómo no me arrepiento. Perdóname, perdóname, tal sólo necesito tiempo. Necesito saber si me extrañas como yo te extraño, cada segundo que respiro, con cada fibra de mi cuerpo; necesito saber que estás ahí, que no me has abandonado porque ya casi no te sueño y cada vez te pienso más, necesito fuerza, necesito menos.
El blanco en esta hoja no me da para llamarte, no me da para contarte todo lo que he vivido sin ti, las luces llenas de magia, de fugas y desfiguros... y tal vez amor, porque hay amor, sumergido en vino barato, escondido entre las tinieblas, el fugitivo y reluciente amor... arráncamelo de la frente, por cierto, porque no me deja ver qué sigue, porque me encadena al escritorio donde me siento a darle explicaciones, a escribir justificantes sobre mi descaro al desear que fuese... no, y ni siquiera me atrevo. El blanco en esta hoja no me da para explicarte la vergüenza que siento al cavilar de una cosa a otra y dejar que todo lo demás se hunda en un universo de qué-serás.
Yo siempre enamorada, él siempre complacido y en medio de nosotros, mi padre como un dios.
Dime qué tan enferma me dejó tu partida, dime si no es descaro y es sólo mal-vivir. No dejes que te culpe de mi tremenda herida, no dejes que te convierta en el mártir por el que quiero pagar, porque sé que ni siquiera podría. Sólo trátame una vez más con comprensión y sin discordia, sólo dime una vez más que no me dejas y no me olvidas, que no te vas... que estás conmigo, y de mi lado como siempre, hasta el final.
Ya sé que tengo mal corazón, que tengo enfermas las entrañas, y que mi cuerpo es un espejo; ya sé que no sueño nada porque a cada hora recorro la órbita alrededor de lo que no tengo, dejando atrás lo que soy, dejando que se hunda en el tiempo, usando tu nombre como contrahechizo, como salvación. Es eso, ahí está, apóyame pero no me salves, aunque tenga límite y ella tenga la baraja con todos los ases, déjame pensarlo de nuevo, déjame crear un plan, déjame volver a escribirme.
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