No conozco a nadie que haya defendido así sus sentimientos y sus equivocaciones, no conozco pecado más grande, en realidad, no conozco nada. Esta vida que a veces me parece fictica, efímera y terriblemente agotadora, no es más que un cuento; no se saba qué tan corto, largo, aburrido, convencional o extraordinario pueda llegar a ser, no se sabe cuán idiota es el protagonista o qué tanto tenga que romperse o romper a los demás para inclinarse hacia una cosa u otra; la ventaja de esta narrativa es que quizá no vaya más allá, que hay cosas dentro de ella que son comunes a todos y hay abismos tan grandes que hacen de un párrafo la obsesión de los demás.
He tratado de hacerme creer que tengo el control, que puedo preveer cómo se mueve esa pluma, pero no tengo idea; no tengo tiempo, ni sueños, ni sangre, ni corazón, soy un emblema de la cobardía, la rabia y el vacío. He dicho una y mil veces qué soy, como si lo supiera, porque a veces lo percibo en mi piel erizada, en el quejido de los huesos de esta mano y también en el de mi alma: "que si te carcome por dentro y que si no eres nada sin ese dolor" ... y si no, vales menos que la nada, porque a veces no lo siento, no siento nada. Soy un abismo de expectaciones, soy el basurero de los demás, como la mayoría de quienes me rodean, cerrar los ojos ante estos lapsos y ante otras convencionalidades no va a hacer que desaparezcan, mis silencios traen oleadas de sinceridad y de vida como la corriente helada en el mar del fin del mundo.
A veces soy un eco de la sociedad o una llamarada del sol que odio, hay días que no doy un solo esbozo de verdad y puedo seguir sin arrepentirme; ya no soy una valerosa estatua de la anemia normocítica, tampoco puedo poseer el valor de antaño, lo añoro como a ninguno pero no supe hacerlo crecer. He tenido que resignamre a tomar la bofetada y poner la otra mejilla sin levantar la pluma por días, callar mi mente (y el mar) por años y aún así creer en esto.
Este impacto blanco con cardenales negros es mi vida entera, es mi alma y siempre va a ser mi sueño; mi corazón y mi hambre, mi carne y mi hueso; si lo cierro nadie lo toca, nadie lo rompe, nadie lo borra; si lo cierro no tengo que cavilar en lo que no puedo cambiar y en lo que sí tengo que hacerlo, en lo que es real.
Si hay algo que detesto más que la realidad es mi realidad. Enloquecer por lo irreal es siempre el mejor camino.
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