Despierta, casi asfixiada por la niebla, se siente como la seda, no como la piel de una serpiente, y espera, una vez más.
Me he dado cuenta de que esa niña está cada vez más cerca de estar muerta, y en serio quiero que lo haga, quiero que se pierda en los susurros del pasado, que se tropiece con ellos y que sofoque lentamente lo poco que le queda de cordura, ella no es nada más que un trozo de cristal de luna, un fragmento de escarcha de plata encerrado en una botella cerrada a presión con un corcho.
Mira por debajo de la puerta, el polvo remarca las pisadas y poco a poco su mente se funde con la de su agresor el retacado y se vuelca una y otra vez en sus recuerdos de su propia sangre (su propia carne, su propia vida, su propia identidad) brotando a borbotones desde sus entrañas, desde la más infinitecimal célula gritando que ojalá que se muera ella y que ojalá que desaparezca ese instante en el que ni la piel marcada con todos los amuletos del mundo pudo hacer nada para defenderla.
Ya no queda nada dentro de ella más que un pedazo de segundo que se encoge y se hace un ovillo entre la puerta y ella, esperando el momento en el que se arrodille y pida un poco de absolución para su alma pecadora, para su consciencia mugrosa y su sangre derramada.
No es nunca quien pretende ser ni tampoco lo que cree que es ni para ella ni para nadie; espera un momento y respira, escucha como poco a poco todo se precipita de nuevo dentro de ella y el agujero crece y sangra y nunca se detiene. Jamás ha visto tanta sangre en toda su vida.
Todos la odian, apesta a muerte y a delito, y a monzón.
Ella odia a todos, y escondida debajo de su alma, la mentira sigue clavándosele más como un harpón atravesando a la sirena, a la gorda sirena de río que fue vencida por el espejo, la planta purpúrea y la Mórrigan. Y ahí está, arrastrándose una vez más en la habitación de mosaicos rojo y negro que siempre ha escondido sus más grandes secretos... parece que todo en su vida es un espiral malsano y que ese piso es lo único que va a tener seguro hasta el final de todas y cada una de sus Eras.
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