¿Que si lloré por ti? Sí, hasta que me quemaban los ojos y mis párpados tenían grabado tu nombre. Lloré como se llora a los muertos, pero era yo quien no iba a volver.
No sé por qué no debería entusiasmarme el futuro sin ti, como si no añorara mi vida antes de conocerte: esa línea recta de luces, brillos, cantos y perfumes; esa gloria mestiza de las ciudades ruidosas y las calles infinitamente oscuras.
También soy consciente, me haces falta desde que nací y la vida te ha traído de regreso a mí por tres o cuatro meses de los últimos tres años, pero siempre ha sido igual: te me vas como si nada, y me quedo con tu odio pisándome la sombra; condenada a sentirme como si la culpa (tu culpa) me tuviera contra el suelo, sujeta de la garganta. Ya no quiero que tu miedo me aprisione, tengo suficiente para ahogarme en cualquier habitación. Yo no soy juego, yo no soy duda, yo no soy lástima ni imposición.
Hoy me arrodillé en el agua, me sumergí y enjuagué mi piel y pelo de la frustración que me estaba matando. Tus miedos y tus heridas sólo a ti te corresponden, sólo tú los puedes sanar; a los míos los miro de frente y al fin los puedo nombrar, primer paso para exorcizarlos por mí más que por nosotros. Si hubo nosotros o si aún lo hay.
Yo no soy juego, yo no soy duda, yo no soy imposición, así tampoco sea amor ni deseo, así no sea más que esa imagen de la luna cayendo en el mar, junto a la carretera.
¿Que si lloré por ti? Sí, y probablemente siga llorando los años que vengan por el amor que no volveré a sentir. Escucharé tu nombre y lloraré por dentro, deseando siempre volver a escuchar tu voz; y cuando te vea, seguro lloraré también por lo que sea que encuentre en tu mirada: felicidad, espero, paz.
Aquí te dejo el amor que va a ser tuyo por siempre, lo aparto de todo dolor, rabia o acto de auto-destrucción, te libero de mí sin reservas, solamente regalándote ese tiempo precioso de mi tiempo, ese amor, rey de todo mi amor, por ti: mi universo de todos los universos.
Te amo como siempre y para siempre aunque la vida no me alcance o sea justo lo que alcance para separarme de ti. Y si otra vez coinciden nuestras miradas y me preguntas si lloré, te diré que jamás, que cuando pienso en ti todo son sonrisas, tragos dulces y canciones bajo la noche que nos vio encontrarnos y también partir.
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