miércoles, 29 de noviembre de 2017

Cursed

No tengo recuerdos de la última vez que estuve segura de algo, si lo único que guardo son fragmentos puntiagudos de días soleados y noches oscuras: todas, siempre, rigurosamente menos oscuras que esta. Lo que me han dado los años es la transparencia afortunada de los hechos, por primera vez parece que tengo las cosas aquí, talladas en piedra; miro este cuarto cada vez más profundo y encuentro las imágenes explicadas, violetas y rosas, perfectamente desglosadas: todas y cada una, es solamente el espejo el que corre detrás de mí pidiéndome que lo descifre, pero lo miro y no veo nada.
Tuve momentos de decisión, de valor, una llamarada que tuvo sentido sólo cuando él me tuvo en sus brazos pero como siempre, yo me equivoqué, yo y solamente yo: el espejo se rompió de un lado. Es un cristal ahumado, ya no tiene fondo. No tiene conexión, así como yo.

No espero que me escuche nadie, que me lea nadie, que a nadie le interese y por dios que espero que jamás se vuelva un sólo segundo de su mente a mí, no espero nada, sólo me voy, me alejo... me deshago, me sumerjo... mise en abyme trabada dentro de mí, como él, como su recuerdo. Que me perdone yo y que me perdone él y que todos se vayan al diablo, sin mí, sin mí, sin mí. Déjenme a mí, déjenme dejarlos, déjenme dormir. No puedo dormir, no puedo vivir, ¿quién más está aquí? Díganle que sí, que yo perdí, pero él también perdió  porque lo único que había para ganar era yo. Díganle que se vaya en paz y que jamás recuerde... tal vez no haya que decirle. Nada, no queda nada qué decir.

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