Se me ha ido el tiempo pretendiendo, pensando, organizando mis metas y rezándole a todas las brujas; me he quedado de pie cargando fríos ajenos, aceptando insultos y desplantes de aquellos a quienes amo, solamente en el nombre del fervor y de la resistencia, porque así soy yo. Pero hoy, quizá, no sólo eso...
Yo deseaba tanto redescubrir sentimientos y desenterrar los menesteres de la magia, arrancar la emoción de las manos de la mediocridad, y ahora estoy aquí como allá, hincada en el suelo, tragándome mucho más que mis palabras. Quisiera justificarme con todas las cosas que no hice en mi adolescencia o las que pensé que injustamente me pasaban de largo, pero no sería verdad; lo cierto es que si eso no respondió a mí es porque jamás quise que así fuera, porque yo no soy así, yo no soy cualquiera... al menos no lo era antes de ti.
Tampoco es culpa tuya, ni mía, en todo caso, simplemente sucedió por obedecer mis caprichos, por empeñarme en tener lo que no me correspondía y pagar todas las consecuencias que aquella insensatez tuviera.
El año de la libertad de convirtió en una oda a la violencia y la exageración; la libertad me convirtió en una odalisca, hechicera, ventrílocua, idiota, ciega y egoísta; la libertad me convirtió en la clase de chica que no era.
Claro, lo acepto, agradezco haber visto tu rostro (con miedo, tristeza, dulzura, éxtasis y habitual felicidad), agradezco conocer tu piel, el sonido de tu voz, tus rabietas de celos y tus labios cobardes. Agradezco la calidez embriagadora de Europa, el reinado majestuoso de la inmensidad y el silencio, nadie sabrá cuánto lo agradezco. Agradezco mis temores y mis actos reflejo, que no me han soltado del amor verdadero. Por los siglos de los siglos, amén.
Yo no soy así, pero hoy adoro mi destino, aunque acepto que nunca le he perdido la fe, aunque sea ingrato y me sacuda los huesos al inclinarme a la catástrofe. Me ha traído nuevos sueños y una nueva excusa qué inventar; hoy adoro los días oscuros y las inseguridades, los miedos y las enfermedades; adoro a las personas nuevas que me trajo y a las que no me deja olvidar. Hoy puedo pedirle: quiébrame la quijada, el rostro, las rodillas, el coraje, el ego, el corazón... yo puedo aguantarlo todo, de nuevo.
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